Respuesta resumida:

Séralini ha sido criticado por estos dos motivos, a pesar de que se contradicen entre sí. De hecho, es Monsanto, y no Séralini, quien ha llevado a cabo estudios con un resultado predeterminado. Por otra parte, el sistema de aprobación de transgénicos es intrínsecamente parcial, puesto que la industria prueba la seguridad de sus propios productos. Séralini llevó a cabo un estudio de toxicidad crónica abierto a distintos resultados, que examinaba efectos diversos. No esperaba detectar un aumento en la incidencia de tumores, por lo que no diseñó su estudio como un estudio de carcinogenicidad, ¡algo por lo que también ha sido criticado!


Respuesta detallada:

Séralini ha sido criticado por estos dos motivos, a pesar de que se contradicen entre sí.

El periodista Michael Hiltzik escribió en el diario Los Angeles Times, “En general, la crítica principal al experimento es que parecía diseñado para probar una conclusión específica, en lugar de evaluar objetivamente una hipótesis”, ya que Séralini es “detractor de los alimentos transgénicos”.1

Sin embargo, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) criticó lo contrario del estudio: “Los objetivos del estudio no están claros.”2

Quizás la EFSA habría preferido que Séralini siguiera el ejemplo de Monsanto en su estudio de 90 días del mismo maíz transgénico probado por Séralini. Monsanto utilizó un protocolo de estudio deficiente, que incluía el análisis de la composición química de sangre y orina de solo diez de los 20 animales de cada grupo de prueba, y utilizaba dos dosis en lugar de las tres recomendadas por la OCDE. Sin embargo, los autores de Monsanto describieron su estudio como un “estudio para garantizar la seguridad”, y concluyeron que el maíz era tan “seguro” como las variedades no transgénicas.3

Monsanto hizo precisamente lo que Hiltzik acusó a Séralini de hacer: diseñó su estudio para probar una conclusión específica, en lugar de evaluar objetivamente una hipótesis. Sin embargo, curiosamente, Hiltzik no acusa a Monsanto, solo a Séralini.

De hecho, los datos de Monsanto no apoyaban la conclusión de seguridad del estudio ni su descripción optimista. El equipo de Séralini realizó un nuevo análisis de los datos y llegó a la conclusión de que mostraban signos de toxicidad hepática y renal.4

Séralini diseñó su nuevo estudio como seguimiento al estudio de 90 días de Monsanto, con el fin de averiguar qué ocurría con estos signos iniciales de toxicidad. Su objetivo era comprobar si eran biológicamente irrelevantes, como afirmaban Monsanto3 y la EFSA5, o si se convertían en enfermedades o muertes prematuras.

Séralini explicó en la introducción a su estudio que, si bien la industria de los transgénicos en general ha adaptado a sus propios diseños el protocolo 408 de la OCDE para pruebas de sustancias químicas de 90 días,

“Nosotros hemos explorado más parámetros y con más frecuencia de lo recomendado en esta norma [de la OCDE]… en un experimento a largo plazo. Esto nos ha permitido seguir de cerca los posibles efectos para la salud y su posible origen debido a consecuencias directas o indirectas de la propia modificación genética de los OMG, o debido a las formulaciones con mezclas de herbicidas utilizadas en los OMG (y no el glifosato solo), o ambos”.

Este enfoque abierto es adecuado para un estudio de toxicidad crónica. El diseño del estudio permitió a los investigadores examinar una amplia gama de parámetros (efectos). Los parámetros se enumeran en el estudio (Tabla 1).6 Incluyen una serie de mediciones de sangre y orina con una cobertura sin precedentes y muy por encima de las mediciones llevadas a cabo por la industria.

Los investigadores también realizaron exámenes histopatológicos detallados que les permitieron llevar a cabo un seguimiento de los signos de toxicidad hepática y renal observados en la prueba de 90 días de Monsanto sobre el maíz NK603. Séralini también midió los niveles de hormonas sexuales esteroides, un parámetro que no se mide en las pruebas de la industria sobre OMG. Esto resultó ser una contribución importante, ya que tanto el maíz NK603 como el Roundup alteraron los niveles y funciones hormonales.

Hiltzik sugiere que Séralini se propuso encontrar tumores o cáncer y simplemente encontró lo que estaba buscando. Pero si este fuera el caso, Séralini habría diseñado su experimento como un estudio de carcinogenicidad con 50 animales de cada sexo por grupo. No tenía ninguna razón para hacerlo, ya que ni Monsanto ni ninguna otra fuente habían proporcionado pruebas que indicaran que el maíz NK603 o el Roundup en pequeñas dosis causaran cáncer.

El aumento en la incidencia de tumores en el estudio de Séralini fue una sorpresa. Pero Séralini siguió el procedimiento científico correcto para tal hallazgo. Anotó y registró los datos de los tumores, incluidos el tamaño, momento de aparición, ritmo de crecimiento y número por animal. Un ejemplo de tal procedimiento se describe en el protocolo de toxicidad crónica 453 de la OCDE (las “lesiones”, como se describen en OCDE 453, incluyen los tumores).

Séralini no pretendía realizar un estudio de carcinogenicidad completo, que requiere 50 animales de cada sexo por grupo.

Sin embargo, desestimar el aumento en la incidencia de tumores detectado por Séralini porque su experimento no era un estudio de carcinogenicidad sería éticamente irresponsable y carecería de justificación científica.

Si seguimos la lógica de los críticos de Séralini, puesto que su estudio no era un estudio de carcinogenicidad, se supone que debemos fingir que los tumores no aparecieron. Pero esto sería negar la realidad biológica de los resultados. Otros efectos importantes incluían graves patologías renales y hepáticas, que condujeron a unas mayores tasas de mortalidad.

Esta lógica también lleva a la conclusión de que la industria y las autoridades reguladoras pueden ignorar los tumores detectados en los experimentos de toxicidad crónica, sin llevar a cabo investigaciones adicionales. Y que el producto que provoca tales tumores puede comercializarse como si fuera seguro.

En cuanto a las alegaciones de que Séralini estaba predispuesto en contra de los OMG y que, por lo tanto, sus resultados no son fiables, cabe recordar que los estudios que constituyen la base para la aprobación de OMG son dirigidos y ejecutados por la industria. Esto supone un problema, ya que las evaluaciones científicas que comparan los estudios realizados por la industria y por investigadores financiados públicamente en una variedad de productos problemáticos, desde el tabaco7 hasta los productos farmacéuticos8 pasando por los teléfonos móviles,9 han demostrado que los estudios de la industria están sesgados, y tienen tendencia a llegar a la conclusión de que el producto es seguro. Esto también ha resultado ser cierto para los estudios de OMG.10  11

Tampoco está claro cómo una supuesta parcialidad por parte de Séralini podría hacer aparecer mágicamente tumores y daños en los órganos.

Por otra parte, es claramente posible manipular un estudio para detectar falsos negativos (conclusiones incorrectas de que el producto es seguro). Los estudios pueden diseñarse para no detectar ciertos efectos, o pueden no registrarse los efectos observados.

Este riesgo es especialmente alto en los estudios de la industria, a menudo no revisados ​​por pares ni publicados en recursos científicos. Los estudios de la industria de los transgénicos sobre la seguridad de los OMG solo suelen presentarse para su publicación tras haberse obtenido la autorización.3  12  13 Los estudios de toxicidad de la industria sobre los plaguicidas suelen mantenerse en secreto mediante acuerdos de confidencialidad comercial con las autoridades reguladoras.14

 


 

Referencias:

1.         Hiltzik M. Using junk science to promote Proposition 37. Los Angeles Times. 14 de octubre de 2012. http://articles.latimes.com/2012/oct/14/business/la-fi-hiltzik-20121014/2

2.         Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Review of the Séralini et al. (2012) publication on a 2-year rodent feeding study with glyphosate formulations and GM maize NK603 as published online on 19 September 2012 in Food and Chemical Toxicology. EFSA Journal. 2012; 10(10): 2910.

3.         Hammond B, Dudek R, Lemen J, Nemeth M. Results of a 13 week safety assurance study with rats fed grain from glyphosate tolerant corn. Food Chem Toxicol. Jun 2004; 42(6): 1003-1014.

4.         de Vendomois JS, Roullier F, Cellier D, Séralini GE. A comparison of the effects of three GM corn varieties on mammalian health. Int J Biol Sci. 2009; 5(7): 706–726.

5.         Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Opinion of the Scientific Panel on Genetically Modified Organisms on a request from the Commission related to the safety of foods and food ingredients derived from herbicide-tolerant genetically modified maize NK603, for which a request for placing on the market was submitted under Article 4 of the Novel Food Regulation (EC) No 258/97 by Monsanto (QUESTION NO EFSA-Q-2003-002): Opinion adopted on 25 November 2003. EFSA Journal. 2003; 2003(9): 1–14.

6.         Séralini GE, Clair E, Mesnage R, et al. Long term toxicity of a Roundup herbicide and a Roundup-tolerant genetically modified maize (Toxicidad a largo plazo del herbicida Roundup y el maíz transgénico tolerante al Roundup). Food and Chemical Toxicology. Noviembre de 2012; 50(11): 4221-4231.

7.         Barnes DE, Bero LA. Why review articles on the health effects of passive smoking reach different conclusions. JAMA. 20 de mayo de 1998; 279(19): 1566-1570.

8.         Lexchin J, Bero LA, Djulbegovic B, Clark O. Pharmaceutical industry sponsorship and research outcome and quality: systematic review. British Medical Journal. 2003; 326: 1167.

9.         Huss A, Egger M, Hug K, Huweiler-Müntener K, Röösli M. Source of funding and results of studies of health effects of mobile phone use: Systematic review of experimental studies. Environmental Health Perspectives. Enero de 2007; 115: 1–4.

10.      Diels J, Cunha M, Manaia C, Sabugosa-Madeira B, Silva M. Association of financial or professional conflict of interest to research outcomes on health risks or nutritional assessment studies of genetically modified products. Food Policy. 2011; 36: 197–203.

11.      Domingo JL, Bordonaba JG. A literature review on the safety assessment of genetically modified plants. Environ Int. 4 de febrero de 2011; 37: 734–742.

12.      Hammond B, Lemen J, Dudek R, et al. Results of a 90-day safety assurance study with rats fed grain from corn rootworm-protected corn. Food Chem Toxicol. Feb 2006; 44(2): 147-160.

13.      Hammond BG, Dudek R, Lemen JK, Nemeth MA. Results of a 90-day safety assurance study with rats fed grain from corn borer-protected corn. Food Chem Toxicol. Jul 2006; 44(7): 1092-1099.

14.      Antoniou M, Habib MEM, Howard CV, et al. Teratogenic effects of glyphosate-based herbicides: Divergence of regulatory decisions from scientific evidence (Efectos teratogénicos de los herbicidas a base de glifosato: Discrepancia entre las decisiones reguladoras y las pruebas científicas) J Environ Anal Toxicol. 2012.

 

Fuentes de crítica:

Jon Entine, director del Proyecto de Alfabetización Genética, artículo en la revista Forbes

http://www.forbes.com/sites/jonentine/2012/09/30/does-the-seralini-corn-study-fiasco-mark-a-turning-point-in-the-debate-over-gm-food/

Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria

http://www.efsa.europa.eu/en/efsajournal/pub/2910.htm

http://www.efsa.europa.eu/en/efsajournal/pub/2986.htm

Haut Conseil des Biotechnologies (HCB), Francia

http://www.hautconseildesbiotechnologies.fr/IMG/pdf/Etude_Seralini_Avis_CS_HCB_121019.pdf