Séralini y sus colegas son meramente los últimos de una serie de investigadores cuyos hallazgos han desencadenado orquestadas campañas de acoso. Entre los ejemplos más recientes se encuentra el caso de Ignacio Chapela, por entonces profesor asistente sin plaza fija en Berkeley, cuyo artículo sobre la contaminación transgénica del maíz en México desató una intensa campaña por internet para desacreditarlo. Presuntamente, esta campaña fue dirigida por el Grupo Bivings, una empresa de relaciones públicas especializada en marketing viral que frecuentemente colabora con Monsanto.

La distinguida carrera del bioquímico Arpad Pusztai concluyó de manera definitiva cuando intentó publicar sus controvertidas conclusiones sobre las patatas transgénicas. Se utilizaron todos los medios para impedirle continuar con su investigación, desde el secreto de sumario, jubilación forzada o incautación de datos hasta el acoso por parte de la Real Sociedad británica. Más recientemente, se ha llegado a utilizar amenazas de violencia física contra Andrés Carrasco, catedrático de embriología molecular de la Universidad de Buenos Aires, cuya investigación identificó riesgos sanitarios causados por el glifosato, el ingrediente activo del Roundup.

Un factor importante en los estudios que detectan riesgos es que las críticas expresadas en los medios de comunicación son a menudo cortinas de humo, engañosas o falsas. Así, el uso de metodologías comunes fue descrito como indicativo de prácticas científicas deplorables en el trabajo de Séralini et al. (2012), pero no en los estudios de la industria. El uso de argumentos falsos parece buscar sembrar la duda y la confusión entre los no expertos. Por ejemplo, en palabras de Tom Sanders, del Kings College de Londres: “Esta cepa de rata es muy propensa a los tumores mamarios, especialmente cuando no se limita su ingesta de alimentos”. Sanders se olvidó de señalar, o desconocía, que la mayoría de los estudios de alimentación de la industria han utilizado ratas Sprague-Dawley. En estos y otros estudios de la industria no se restringió la ingesta de alimentos.

Los comentarios de Sanders son importantes porque fueron ampliamente citados y por formar parte de una respuesta orquestada al estudio de Séralini por parte del Science Media Centre de la Real Sociedad británica. El Science Media Centre tiene una larga tradición en reprimir las controversias sobre OMG y entre sus financiadores se incluyen numerosas empresas que producen OMG y plaguicidas.

“Séralini and science” (Séralini y la ciencia), una carta abierta firmada por cientos de científicos internacionales (1) (consulte el original para más información)

 

(1)Bardocz S, Clark EA, Ewen SW, et al. Seralini and science: an open letter. Independent Science News. 2 de octubre de 2012. http://independentsciencenews.org/health/seralini-and-science-nk603-rat-study-roundup/